La vida es una bola de nieve,
una avalancha con síndrome de golosidad,
hasta en sus más terribles estados.
Lo sé porque aún devoro helados de chocolate bajo la lluvia,
con las lágrimas cayendo por los suelos...
una avalancha con síndrome de golosidad,
hasta en sus más terribles estados.
Lo sé porque aún devoro helados de chocolate bajo la lluvia,
con las lágrimas cayendo por los suelos...
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