lunes, 15 de junio de 2009

POEMA

Ángeles en el infierno me recuerdan serenos que hay demonios en el paraíso, Y yo me gano algunos versos con la mirada postrada en los zócalos y en las nubes. Porque a veces una escarcha de silencio nos cobija mientras las estrellas alumbran o se desploman en el infinito. Y qué hacer cuando un billón de eternidades se juegan la vida rotando en espirales infinitas y un gesto de niño vagabundo me recuerda que somos un segundo y nada más. Ciudadano del planeta de los simios, la fantasía que me salva también me diluye. Qué más podemos pedir en esta cena magnífica, cuando nos han dicho que es la última? Quedar para la posteridad y aparecer en fotitas en blanco y negro en los libros de los estudiantes de primaria del universo. Si yo lo quiero es un tren de madera, o una tarde sin gente, o una marcha de patos de hule, o el final de una historia que no tiene final. Cosas que van y vienen como los extraños por la acerca con gesto de pendejo y cara larga. Salvarle la vida a un genocida, reconciliar a dios y al diablo, hacer nubes que van por el suelo o tejer noches como suéteres para caminar de día. Un segundo de silencio por las víctimas, incluidos todos!

Tomarme una vida para escribir un poema de una sola letra o penetrar el silencio de un cadáver para decirle que está muerto. Vi lo mejor y lo peor de la gente haciendo cola para entrar al cine, vi a dios en el supermercado y al diablo dando misa un domingo con sol. Qué le diré a mis hijos cuando regrese del trabajo? Comer o ser? Tener o iluminarse? Cagar o ser cagado? Vaya preguntas las que surgen cuando uno no tiene televisor y la vida cobra un sentido menos contemporáneo. Porque lo contemporáneo ya fue, el silencio de microsegundos en lo que uno entiende el chiste ja! El chiste es que no hay chiste y cuando la gente rie pienso: Qué le diré a mis hijos cuando haya que decirles lo que hay que decirles? Vaya, palabras que cobran sentido en una prehistoria alquilada. Porque las pautas publicitarias están en todos lados y la gente tiene que creer en algo: Divide y vencerás, yo solo se que no se nada, mentes brillantes, dichos, gajes del oficio. Porque a la gente le pagan por dejar de ser gente y eso abunda en los códigos del trabajo, en las instalaciones amigables en los tiempos compartidos. En las manchas infalibles de los colchones en las camas de los moteles más caros de esta ciudad. Templos en donde habitan reyes, golosos inconformes. A veces viernes, sábado, domingo, lunes, martes, miércoles y jueves, porque el primer día de la semana, es el primer día de la vida. Aquí no pegan las balas, tenemos corazones blindados. Parachoques y esa frialdad de la civilización que tanto enorgullece a los ineptos. Fabuloso señor, fabuloso! Lo ha logrado… Los hábitos de la gente altamente efectiva!

Porque bien me decía mi padre: De poeta te vas a morir de hambre, buscate un trabajo de hombre!.

2 comentarios:

MarianoCantoral dijo...

hermoso texto...lo contemporaneo no ha llegado, y de hecho nada llega, todo es una pesadilla en construcción cuyo rescoldo trata de matarnos por las noches.

Seletenango dijo...

cotidianidad cotidiana!