martes, 30 de enero de 2007

poema fast forward


La sangre de las palabras sobre la hoja, las vísceras adjetivadas, las explosiones con verbos que corren, gritan, sangran, vociferan... Las gotas de silencio y las explicaciones moribundas que nada explican. Record. Take one... Mueve el aire solo, la ensoñación de la mano del que escribe lo que escribe y no puede parar. Inicia una poesía a galope sobre Harley Davidson. Las palabrerías encuentran cabida en una estación sin tiempo y sin fantasmas, la vida se sumerge entre decibeles y alcohol, la sobriedad es una hazaña inconmensurable, el desatino. La página se llena y ve morir a la siguiente y a la siguiente y las siguientes una sobre otra en plena matanza de tiempo y de azar y de escrituras automáticas a plena luz del día. El ordenador es una maravilla asquerosamente perpleja, mi mentira es bella, tan bella como mi verdad y como de costumbre encuentro ya un ritmo ciego, un pedestal de brisas domésticas me diluyen como esa bestia privada que sale al final de la semana y las noches vienen selladas como cohetes para niños. Close the fucking door! Y los vatios y los megabites y el temple de las víctimas, su corazonada toda antes de perecer entre dictámenes de anfetamina y polvo de ángel. El desnudo favorito de la muerte, ese perfil famélico de la autoflagelación con gozo, el elixir de los metódicos y los anacoretas. Afuera el caos sin gracia, sin gusto, sin aire acondicionado. Una fantasía barata para mercados tercermundistas. Nos pagan mal los corredores y los intermediarios y el dealer no procede con calma cuando hay que proceder. No existe una nueva teoría, no hay un artista de moda. Solo un callejón sin retórica que le vuela los sesos a los posesos y a los perros se los coge como ratas. El cash, el market. Go the fuck out of here! Señala mi índice tu falta de conciencia mi falta de respeto, y yo pienso que habría que terminar a terminator.

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