Ya no sé ni para quién escribo,
ya no sé ni para qué,
ni cómo, ni por dónde...
Solo sé que mis manos se deslizan
en la ausencia con mis temores y mis rabias,
y mis héroes mueren entre líneas,
y mis demonios resucitan sin milagro,
y las horas se desperdician con sus sístoles y sus diástoles,
y el mundo sigue siendo el mismo
aunque se cambie de ropa con una vanguardia televisada
que paga la renta de algunos...
Ya no sé ni siquiera de mis líneas,
ni de mis asuntos soberbios
entre dactilografías y retablos verbales,
soy como un mono sabio sin gracia.
Yo ya no sé si voy, o si estoy, o si me quedé.
Yo no sé si vale el papel sobre papel
y la escarcha de la melancolía
o el hastío que no vende ni siquiera un tiempo compartido.
Este estado de nirvana sin milagro, de cuerpo sin tenis,
De naufrago dormido.
Es una concha de animal imposible,
las líneas también hablan de eso.
Yo ya no sé si el decir o el no decir funcionan
entre las gramáticas y las posibilidades de los ojos despiertos.
Decirte una palabra por escrito no desaparece tu hambre,
morirme con un verbo y despilfarrar la ortografía
también podrían quitarte el frío, o el dolor,
o las ganas de saberte cerca de algún tótem sagrado...
pero no lo logran.
Yo ya no sé ni mis líneas
y esta vez es posible el silencio,
yo ya no sé ni mis sustantivos,
tan quietos sin fiesta, ni guerra, ni niños jugando.
Tengo un sin fin de lobos rabiosos
entre los cuadernillos del escritor que soñé ser algún día.
No sé ni de mis tramas, ni de mis encierros
sonando a máquina de escribir sin escribir.
La verdad también es una palabra llena de letras y silencios,
La mentira es una posibilidad entre las comas
que se sostienen con miedo llenas de preguntas...
Cómo decirte o repetirte que ya no sé ni para qué carajos escribo?
Como fingir una sonrisa cuando las palabras alrededor
solo hablan de verdades lloronas.
Es una lástima decía algún lector,
que la poesía se haya muerto tan temprano.
Es una tragedia dijo algún día mi madre,
que escribas tanto y ganes nada.
Es una perdida total del sentido repito yo
escribiendo la frase misma que me hace añicos la cordura.
Pero hay textos... Hay pedazos y frases y puntos
y cosas que tengo que decir tarde o temprano.
Sobre todo cuando escribo que no sé para qué escribo.
y pregunto por los objetos de la vida,
por esa vida llena de objetos y ausencias, y marcas y utopías...
Una utopía me lleva todo los días de casa a la calle,
de la calle a los sueños, de los sueños a las deudas,
de las deudas a la realidad, de la realidad al percance,
del percance a la sonrisa, de la sonrisa
a los golpes ininteligibles de la existencia,
y de la existencia a esa manía morbosa de dejarlo todo por escrito.
Por eso sigo preguntando, por eso mismo sigo
llenando libros y libros de cosas que se dicen con papel.
Papel y tinta, melancolía, amor, café, mundo, calle, tus ojos
en la nada parecen perfectos para comenzar a hablar.
Así solo, perturbado y celeste
como un pájaro de acero que solo mira las cosas desde un aire frío,
solitario y mudo tengo deseos carnales por abrir la boca sin abrirla.
Por romper el silencio sin un ruido,
ya no sé ni para qué,
ni cómo, ni por dónde...
Solo sé que mis manos se deslizan
en la ausencia con mis temores y mis rabias,
y mis héroes mueren entre líneas,
y mis demonios resucitan sin milagro,
y las horas se desperdician con sus sístoles y sus diástoles,
y el mundo sigue siendo el mismo
aunque se cambie de ropa con una vanguardia televisada
que paga la renta de algunos...
Ya no sé ni siquiera de mis líneas,
ni de mis asuntos soberbios
entre dactilografías y retablos verbales,
soy como un mono sabio sin gracia.
Yo ya no sé si voy, o si estoy, o si me quedé.
Yo no sé si vale el papel sobre papel
y la escarcha de la melancolía
o el hastío que no vende ni siquiera un tiempo compartido.
Este estado de nirvana sin milagro, de cuerpo sin tenis,
De naufrago dormido.
Es una concha de animal imposible,
las líneas también hablan de eso.
Yo ya no sé si el decir o el no decir funcionan
entre las gramáticas y las posibilidades de los ojos despiertos.
Decirte una palabra por escrito no desaparece tu hambre,
morirme con un verbo y despilfarrar la ortografía
también podrían quitarte el frío, o el dolor,
o las ganas de saberte cerca de algún tótem sagrado...
pero no lo logran.
Yo ya no sé ni mis líneas
y esta vez es posible el silencio,
yo ya no sé ni mis sustantivos,
tan quietos sin fiesta, ni guerra, ni niños jugando.
Tengo un sin fin de lobos rabiosos
entre los cuadernillos del escritor que soñé ser algún día.
No sé ni de mis tramas, ni de mis encierros
sonando a máquina de escribir sin escribir.
La verdad también es una palabra llena de letras y silencios,
La mentira es una posibilidad entre las comas
que se sostienen con miedo llenas de preguntas...
Cómo decirte o repetirte que ya no sé ni para qué carajos escribo?
Como fingir una sonrisa cuando las palabras alrededor
solo hablan de verdades lloronas.
Es una lástima decía algún lector,
que la poesía se haya muerto tan temprano.
Es una tragedia dijo algún día mi madre,
que escribas tanto y ganes nada.
Es una perdida total del sentido repito yo
escribiendo la frase misma que me hace añicos la cordura.
Pero hay textos... Hay pedazos y frases y puntos
y cosas que tengo que decir tarde o temprano.
Sobre todo cuando escribo que no sé para qué escribo.
y pregunto por los objetos de la vida,
por esa vida llena de objetos y ausencias, y marcas y utopías...
Una utopía me lleva todo los días de casa a la calle,
de la calle a los sueños, de los sueños a las deudas,
de las deudas a la realidad, de la realidad al percance,
del percance a la sonrisa, de la sonrisa
a los golpes ininteligibles de la existencia,
y de la existencia a esa manía morbosa de dejarlo todo por escrito.
Por eso sigo preguntando, por eso mismo sigo
llenando libros y libros de cosas que se dicen con papel.
Papel y tinta, melancolía, amor, café, mundo, calle, tus ojos
en la nada parecen perfectos para comenzar a hablar.
Así solo, perturbado y celeste
como un pájaro de acero que solo mira las cosas desde un aire frío,
solitario y mudo tengo deseos carnales por abrir la boca sin abrirla.
Por romper el silencio sin un ruido,
por llenar otra hoja virgen y perturbar un poquitín la realidad.
Así cuando ya no sé ni siquiera para qué escribo,
o el porqué de mis palabras escritas,
diré sin pena ni vergüenza
escribo porque sí,
porque sin no lo hago alguien más me escribirá dormido,
tirado, lúcido, escapando de una cosa
que ya tiene las palabras hechas y no necesita de mí.
Así cuando ya no sé ni siquiera para qué escribo,
o el porqué de mis palabras escritas,
diré sin pena ni vergüenza
escribo porque sí,
porque sin no lo hago alguien más me escribirá dormido,
tirado, lúcido, escapando de una cosa
que ya tiene las palabras hechas y no necesita de mí.
2 comentarios:
Que lindo texto, me encanta tu blog.
Buenisimo compa, me gusto mucho.
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