Dejar que los domingos se acerquen,
con sus gotas lentas de lluvia,
sus llamadas después de las seis
y la melancolía de recordarnos de
a pocos.
Dejar que los domingos nos soterren
con sus séptimas olas y sus playas
lejanas, y sus remedios caseros y
las palabras prohibidas, y los
nombres impronunciables.
Dejar que los domingos nos charlen
de lo que fueron esos 6 días esos
29 años y los ojos vidriosos se
hagan verdades en sus conchas.
Dejar que los domingos nos canten,
las ventanas nos desnuden,
y cada muro de cada espacio, de
cada prisión, sea un roce suave
que nos recuerde que la libertad
no se gana con sangre ni banderas.
Esos domingos que nos llegan,
esos días llenos de sol y agua
y caos familiar, son espaciostiempo
sonetos sin nostalgia, vasos
vacíos, libros que reencontramos
llenos de apuntes.
Dejar que esos días lleguen,
que los dioses se recuerden,
que los calendarios se llevan
en las arterias como un virus
sin cura.
1 comentario:
Puta, precioso!!!
Perfecto para breve-cine-mudo-de-piano-chocolate-domingo-y-champurrada...
Llenísimo de imágenes que casi me sacan el soneto sin nostalgia...
Abrazo bro, P.
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