Entendí tu boca que se soltaba
y tus ojos siguiéndola sin lograrlo del todo.
Había más cordura en tus movimientos
que en la hilaridad misma de tus palabras
una detrás de la otra comunicándose
por sí solas en el silencio.
La percusión gutural que entre instantes
conmovía y diletaba sin tregua
hasta el abandono mismo de la conversación.
Solo mi silencio y la diversidad de expresiones faciales
daba puntapiés y servía de trampolín
a las siguientes palabras.
Nada, culo, coño, margarina,
qué son si no palabras conectadas
por artículos y letras y signos de puntuación
que viven en nuestro conciente
tan estructurado y tan bioquímico.
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