Mi sonrisa es el tesoro del imperio de donde pertenezco.
Esa manchita roja sobre cada circusntancia,
una vuelta, el gesto disimula.
Una sonrisa borra cada signo de alarma,
la sequedad del tiempo y sus mensajes subliminales,
el espacio agrietado de la gente.
Mi sonrisa es una espada luminosa
que corta de un tajo la locura,
deja una cicatriz ligera que deja respiros ocultos.
Esa marca de sal lacrimosa.
Esa plaza abierta en donde la senioras descansan.
Una vez mas esta sonrisa
es un tesoro invisible,
una llamada de la luna a las 12 y media del dia.
Un espectro de que hay algo mas
sin decir,
algo mas que se queda,
algo mas en la caja de los obsequios,
en un pais lejano,
aislado del resto de la humanidad.
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