sábado, 27 de enero de 2007

mai bons

Y mis huesos caían
sobre el concreto tremendo del mundo,
¡hay corazón! si los hubieras visto,
si hubieses estado despierta.
Para entonces y luego,
los ojos de los transeúntes delicados
siempre guardando la cordura.
Delicatesen para los hambrientos,
niebla en la colina,
el horizonte es trémulo
como los huesos de los desconocidos.
Una bengala luminosa desterrada
de los horizontes del resto.
Los demás quieren la carne del carnero
y yo el sepulcro y el rito.
Hay más en esta intersección de ojos,
hay mucho más en esta corbata apretada,
que lo que has visto en el orbe
de los que entierran a sus vivos.

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