viernes, 2 de marzo de 2007

epale

Ebrio de mundo y banalidades fáciles para pasar desapercibido,
dopado de lágrimas e imposibilidades locas ardiendo en llamas
y una esquina para ver el final o el inicio de cada historia. Hoy,
desquiciado, parapetado, rebelde hasta de mis propias rebeldías,
ansioso de un puñado de nubes blancas y mares abiertos, de un
mañana tierno y rostros dormidos. Ebrio dialogo con mis ecos,
con mis huesos, con mis imágenes robadas y el teléfono roto a
cada instante. Una señal de tiempo renombrado, una cifra de
frentes brillantes bajo el sol. Una epifanía de hombres lobo y
mujeres maravilla. Inquieto, drogado, melancólico, contesto
con señas a las preguntas milenarias de una niña de tres años que
solo quiere encontrar a su madre. Soy y sigo siendo un episodio,
sin trama o con la historia de memoria, una sonrisa de años postreros,
una caminata limpia para las huellas sucias y la vida. Ha! que
segundo se avecina y yo sin lucidez, socio de la modorra de la
civilización. Aumento de peso, de años, de tiempo por los bordes
de la cordura, por los callejones de las zonas rojas, por los gestos
de una madre que no encuentra a su hija de 3 años y no habrán
preguntas, solo personal capacitado y marañas de códigos inquebrantables.

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