jueves, 11 de enero de 2007

Ansío

Como ansío los 300 caballos de fuerza de un auto robado,
y unas calles mojadas sobre las cuales resbalo
como un jinete ciego lleno de fuego y sal.
Ansío el olor de la soledad de los aeropuertos
y las voces ininteligibles del mundo cuando yo solo soy yo.
El desconocido me mira de reojo
y yo invado el tiempo con un silencio de cigarrillo a la mitad
y algunas sonrisas y una que otra perturbación
a las naturalezas muertas.

Ansío la quietud del pasado que aún se mueve,
la perversión de los adolescentes y la magia de la noche inquieta.
Ansío la fantasía del loco en su quehacer introvertido
y las risas de los extraños
que terminan siendo ángeles callejeros sin empleo estable.
Como ansío los 16 años
y la magia de los rincones húmedos sin tren, ni mar, ni billetera.
Estar lanzado bajo los carriles de los autos aún vespertinos,
y la lluvia de los que perdieron el paraguas.
Las ganas de entrar al tiempo sin convertirme en números
y ciencia y minuteros locos que no cesan.
Solo 300 caballos de fuerza para olvidar lo que fui cinco minutos atrás,
el rocanroll salvaje que no entiendo pero bailo,
ese último cigarrillo antes de cerrar las ventanas,
para no cerrarlas nunca,
para resbalar por el concreto
Y ser únicamente como un santo desequilibrado y feliz.

2 comentarios:

Vueltegato Editores dijo...

que sean dos los choriplanes, bro...

Alejandro Marré dijo...

salu hermano salu