jueves, 18 de enero de 2007

A mis hermanos

Decir por decir, andar queriendo más bien las palabras, las bocas, los oídos, algo que estalla simple o mortificado. Quiero llegar al espacio céntrico, al id de los que deliran entre la información de la página uno a la 24 de un libro sin índice. Batallar contra tiempos impresentes, contra células mórbidas, contra gente celosa. Bocas agrias, desquicios de temporada. Decir por decir, que las cosas son o no son, que los amores matan, que los perros no ansían. Una banqueta limpia a las 5 de la mañana, un paquete de cigarrillos, las promesas que le hice a mis padres. Algo, no se. Un eterno mecanismo de fuga. Entonces seguir diciendo, por decir nomás, por querer las palabras mismas y sus estructuras de concreto inventado, el recurso a la mano, el discurso olvidado, el sueño y sus síntomas, las ganas de vivir, el espacio intervenido por unos pocos segundos.
También las mentiras están llenas de palabras, de palabras ciertas, de palabras buenas y vos me dirás algo de pronto, y yo te creeré seguramente, dirás cualquier cosa y yo estaré allí esperando, la palabra tibia que rebasa el universo de los signos, que amortigua un poco mi silencio, que tiene ganas de salir a dar un paseo y bueno, algo diremos al volver, algo corto y conciso, algo que nos sorprenda los misterios, los santos callados, los rótulos de guardar silencio.

3 comentarios:

Vueltegato Editores dijo...

ah, las palabras!

esas señoritas en gabardina y minifalda!

Alejandro Marré dijo...

Yo creo que son mujeres che, son de esas nenas que tanto nos gustan

vonsechel dijo...

Si, de esas por las que uno se desvive...