miércoles, 24 de enero de 2007


Un día dejas de estar simplemente,
la gente murmura los chicos ríen,
la mujer del apartamento de al lado
sigue siendo silenciosa y petulante.
Qué más da?
Un día así nomás, sos polvo,
óxido en otras arterias, la magia del
nombre distinto, desaparecido.
El mundo no se detiene, los carteles
y los globos, la peste y las ratas,
los niños violando niñas y las
niñas violando niñas.
Así es la cosa, te saltas la barda,
comes mal, abrís los ojos,
sentás cabeza.
Un día dejas de estar simplemente,
a veces sucede. No es para tanto,
la muerte, la ausencia, la fuga.
Un esqueleto de oro espera de pie
a mitad de la avenida principal.
Tiene los ojos fijos en el tiempo,
imagina el abrazo de regreso.
Un día serás de latón, o de cobre,
quien sabe?
Aquí esas cosas no se discuten.

2 comentarios:

Vueltegato Editores dijo...

Un día recordaré a Teillier sentado en una acera de una alameda triste; y pensaré de una vez por todas que el silencio en mi camisa lleva costras de mar, pláticas exasperantes de amigos cercanos y uno que otro aroma con noción de pergamino, clítoris o papel...

Vueltegato Editores dijo...

lindo texto, by the way...